En determinados momentos y circunstancias los socios de una compañía deben pararse y reflexionar acerca del futuro inmediato que le espera a la sociedad o sociedades en las que desarrollan los negocios que les dan de comer. Y para ello, resulta necesario revisar qué está ocurriendo a nuestro alrededor, en los mercados, con nuestra competencia, con los proveedores, qué hacen y qué demandan nuestros clientes y qué ocurre con la economía del entorno en el que la sociedad se desenvuelve.

En la actualidad, parece definitivamente superada la crisis económica y olvidados los procesos de reestructuraciones en situaciones de profunda crisis financiera a las que las empresas acudían a la desesperada para “salvar los muebles” y no verse abocadas a insolvencias seguras. Sin embargo, el nuevo entorno promete como realidad la consolidación en la mejora de la economía española, previéndose un ciclo económico óptimo para crecer en negocios, en el que se espera una tasa de crecimiento por encima del 3% sobre PIB, con una intensa creación de empleo y de afiliaciones a la seguridad social, así como un repunte en la cifra de negocios de las compañías y en la aparición de constantes oportunidades comerciales propiciadas por la era de la digitalización que nos facilita un mercado global. 

Todo ello, nos hace entender que nuestras empresas y empresarios se encuentran ante un escenario óptimo para acometer nuevos planes estratégicos y procesos de restructuración empresarial, esta vez pensando en un futuro estabilizado, no cortoplacista, en aras a organizar sus estructuras con vocación de continuidad, simplificando y racionalizando sus organizaciones y estableciendo las bases corporativas que les permita desarrollarse en un entorno de crecimiento donde la competitividad será máxima. Es momento de detenerse y realizar análisis pormenorizados y exhaustivos de los procesos y modelos de negocio que desarrollarán en el futuro las compañías, sus relaciones con el mercado, sus relaciones patrimoniales, la estructura de personal prevista, las relaciones financieras inter societarias, y la configuración del gobierno y dirección de las mismas, para procurar una organización racional y eficiente del negocio.

Procesos de concentración y adquisición de empresas, centralización en una única sociedad la dirección y el control de las sociedades de determinados grupo empresariales, control en la toma de decisiones, profesionalización de los órganos directivos, estructuras adaptadas al movimiento de tesorería entre distintas sociedades, operaciones para facilitar la realización de nuevos proyectos empresariales, o la posibilidad de acogimiento a una fiscalidad eficiente son algunas de las situaciones que ayudarán a las empresas a enfrentar nuevos retos y para las que serán de gran ayuda, cuando no cruciales, los procesos de reestructuración empresarial.