Julio Cuesta Domínguez. Presidente de Honor de la Fundación Cruzcampo.
Comisario del 25 Aniversario de la Exposición Universal de Sevilla
Julio Cuesta, Comisario de los Actos del XXV Aniversario de la Exposición Universal de Sevilla, es un ejemplo de una trayectoria profesional exitosa e intachable. Trabajó en la Embajada de EE.UU. en España y en el Consulado Americano en Sevilla. En 1986 se incorporó al equipo organizador de la Exposición Universal de Sevilla 1992 como Director de Relaciones Externas. Ha sido Director de Relaciones Institucionales de Heineken España hasta 2012, Director y Presidente de la Fundación Cruzcampo, donde hoy es Presidente de Honor. También destaca su actividad docente en las universidades de Texas, de Tulane y de Wisconsin, y en la Universidad Loyola Andalucía. Ha mantenido una intensa actividad empresarial como miembro del Comité Ejecutivo y del Pleno de la Cámara de Comercio de Sevilla y en la Confederación de Empresarios de Sevilla, Jaén y Andalucía. Es patrono de diversas fundaciones, consejero nacional de la Asociación Española contra el Cáncer y presidente provincial de la misma en Sevilla.
Con este extenso bagaje profesional, ¿podría seleccionar los momentos claves de su carrera?
Todos los momentos de mi trayectoria han sido significativos y trascendentales laboral y personalmente. Incorporarme al equipo de D. Manuel Olivencia para organizar la Exposición Universal que tanta trascendencia tuvo nacional, local e internacionalmente, y que fue reconocida como la mejor de la historia, fue una satisfacción. Fueron días sin límite, pero cundieron en futuro para nuestra ciudad. Mi dedicación posterior a Cruzcampo me permitió alcanzar logros de satisfacción personal y empresarial al contribuir al lanzamiento hacia el futuro de una compañía centenaria con una nueva fábrica y de un producto y marca que tienen tanta emotividad en nuestra tierra. Haber plantado hace 23 años la semilla de la Fundación Cruzcampo y haber contribuido a su implantación y crecimiento con los nuevos proyectos, es un gozo personal y profesional que siempre acariciaré en mi recuerdo.
Muchos le describen como el alma de Cruzcampo. ¿Qué sintió tras el homenaje recibido en 2012 por Heineken?
He sido muy afortunado por la labor que se me ha permitido desarrollar y porque he contado con la generosidad y cariño de los que me rodean. El homenaje que sorpresivamente me organizaron es el mejor ejemplo: una compañía que no escatima esfuerzos por ser mejor y dar a la sociedad lo mejor de sí, y unos compañeros y amigos que estuvieron detrás de ese homenaje tan inmerecido, pues solo procuré cumplir con mi obligación. Sin embargo, no puedo aguantar la emoción de aquel día.
Formó parte activa en la Expo 92. Si echa la vista atrás ¿cómo cree que mejoró la ciudad?
Nuestra ciudad, nuestro país y nuestra gente lograron hacer la mejor Exposición Universal de todas, por su participación, sus visitantes, su futuro -hoy, presente- y por el impacto dotacional que ha tenido en el territorio. Por ello, la Expo 92 se considera única, la más trascendente de todas y es comparable con las grandes exposiciones de París. Hacer la Exposición en La Cartuja costó 637 millones de euros; actualmente, cada año, solo la actividad empresarial en el Parque Científico y Tecnológico heredero de la Exposición factura más de 2.000 millones de euros. Ninguna exposición, hasta la de Sevilla, ha dejado un legado de infraestructuras tan rico. El lema adoptado para la Conmemoración del XXV Aniversario, “Nosotros la hicimos”, refleja que el éxito fue de todos. Y el futuro debe ser igual. No tendríamos perdón de Dios si todo esto no sirve para tomar conciencia del potencial que tiene nuestra tierra.
¿Cree que ha calado de nuevo ese espíritu positivo de la Expo’92?
Creo que sí. Esta mirada hacia atrás, al 92, a la Exposición en sí y a lo que ha ocurrido en 25 años con el legado de Expo 92, ha servido para encarar con orgullo y confianza el futuro. El rico programa de actos que se ha desarrollado, gracias a la participación de tantas entidades de la ciudad, pone de manifiesto un espíritu de satisfacción y positivismo que parecía que no teníamos. Nos hemos reconciliado con nosotros mismos al comprobar que la Exposición no fueron los fastos vanos del 92, sino el provechoso y eficaz salto a la modernidad.
Con esta gran trayectoria difícil de mejorar, nos gustaría saber si tiene a la vista asumir nuevos retos.
Cada día debemos amanecer con un nuevo reto o nueva meta de superación. No debemos contentarnos con seguir haciendo lo mismo y de la misma manera. Por ahí viene el progreso. Todo evoluciona a una velocidad jamás experimentada por la humanidad, y procurar adaptarse a tal movimiento debe ser el reto de cada día. He tenido la suerte de trabajar con Sevilla siempre en el horizonte y así seguiré.